Si algo aprendimos desde el año pasado, 2020, es que era necesario cambiar, sí o sí. ¿Cambiar en qué? No quiero sonar como cliché al decir que “en todo”, pero prácticamente. Debimos cambiar en nuestro entorno, en nuestros hábitos, en nuestra forma de pensar. Y todo esto derivado de algo que nos presentó una obligada transformación y que es determinante en nuestra vida: el trabajo.
Ya sea que de repente no pudimos presentarnos más en nuestro centro laboral, de manera presencial, o, como sufrieron miles de personas, no volver a asistir, dado que nuestra situación como empleados desapareció.
Probablemente estabas en una zona de confort. Te hiciera feliz o no, te dejara satisfecho o no, tal vez podías afirmar que contabas con un empleo, y eso representaba una seguridad en tu vida (o la idea de tener una), algo de lo cual apoyarte, de lo cual sostenerte, a ti y seguramente a otras personas más.
Tuvimos que salir de esa zona de confort de manera obligada. ¿Qué ocurrió? Si estás leyendo esto, quiero pensar que de una u otra forma saliste avante. Que tuviste que recurrir a algo quizá inesperado y tu vida de alguna manera se modificó, para bien o para mal.
La situación nos obligó a cambiar, pero ¿qué pasaba antes? ¿Qué habrá después? ¿Pensaste en algún momento en salir de esa situación, no porque el entorno te obligara? ¿Lo has pensado ahora?
LAS OPORTUNIDADES NO SE DAN EN MACETA, PERO EXISTEN
Olvidémonos por un momento de la pandemia y las crisis que provocó. Pensemos en una alternativa hipotética en la que tu entorno laboral es estable, tu salario te satisface (o por lo menos “te alcanza”), te has adecuado a las circunstancias y los obstáculos que se presenten (o les has aceptado con resignación), pero… de pronto te atrae algo más, o te lo ofrecen inesperadamente.
Tal vez resuene en tu cabeza una vocecilla interna que, entre otras cosas, te suelte algunas frases como el refrán “Más vale malo por conocido, que bueno por conocer” y entonces surja un conflicto en ti.
Cabe preguntarse ¿por qué “más vale malo por conocido”? ¿Qué es lo que le da valor?
Por otro lado, mucho se habla de que los seres humanos constantemente buscamos cambios y cosas nuevas, pero ¿eso es cierto? Creo que pocas cosas deben ser más difíciles de imaginar que perder el mencionado confort, el encontrarse con algo diferente, el irse a la aventura.
Incluso, podemos afirmar que mucha gente percibe a esa “aventura” como sinónimo de inmadurez. ¿Lo es?
LA AVENTURA DE ATREVERSE
Me he encontrado en muchísimas ocasiones con gente que ha entrado a la vejez, y que afirma que “se arrepiente” de no haber vivido ciertas cosas, de no haberse atrevido a experimentar, de haberse estancado en algo que en realidad no les hacía feliz. Nuevamente conviene preguntarse ¿qué tiene, entonces, más valor? ¿Esa idea de estabilidad, dejando por completo de lado el goce y la felicidad? ¿Realmente probar eso que llamamos “aventura” es tan nocivo y tan inmaduro?
Cambiemos de giro por un momento. Pensemos en algo que parece diferente y sin embargo no solo no lo es, sino que es bastante común y, ahí sí, nocivo. Sin embargo, y desgraciadamente, ha sido tan naturalizado que no dudo que pueda incomodar su sola alusión. Me refiero al hecho de estancarse en relaciones (amorosas, amistosas, o, una vez más, laborales) que nos hacen infelices.
¿Por qué no probé otra cosa? Se pregunta tanta gente. ¿Por qué no busqué lo que me atraía?
NOS TRANSFORMAMOS PORQUE EVOLUCIONAMOS, Y EN EL CAMINO APRENDEMOS
¡Fuera miedos! Imagina que no aceptáramos los cambios que se presentan a lo largo de nuestra existencia. No creceríamos, no avanzaríamos, en realidad NO VIVIRÍAMOS.
Ya sea porque una emergencia nos obligó, como lo ya mencionado al inicio, con la pandemia, o porque es necesario encontrarte a ti mismo, el emprendimiento, la transformación, la salida de la zona de confort se convierte también en supervivencia.
Mencioné que al leer esto asumo que de alguna forma “la libraste” con la pandemia, o estás en camino a ello, y lo digo con respeto. Pienso que al acercarte a un tema como este, estás asimismo buscando cambiar, y sé que para bien.
Emprender es, una vez más lo señalo, entrar en la aventura ¿cuántas veces? Las que sean necesarias. Saluda a gente que normalmente no le diriges la palabra. Sonríele a los desconocidos. Compra algo que nunca hayas comprado. Visita un lugar al que no hayas asistido. Prueba, conoce, EMPRENDE.
Más allá de la supervivencia, llena a tu persona de conocimientos, y con ello no me refiero a que te bebas libros obsesivamente, que ni entiendas ni te interesen, o que pretendas aprender todo lo que te parezca desconocido. No va por ahí. Más bien experimenta, realiza pequeños cambios (como los arriba mencionados) y goza de los placeres de la aventura, de lo que no es rutina, de lo que te nutra como individuo.
Verás entonces que valió la pena, y probablemente al llegar a la vejez no lamentes no haber probado o no haberte atrevido, sino que voltees a ver tu vida y te provoque una sonrisa de satisfacción. Eso es lo que realmente te otorgará confort, lo otro, no es más que inseguridad.
Si no lo has hecho, seguramente es ahora cuando ha llegado el momento de iniciar esa aventura.
REFERENCIAS
https://elsecretodeganar.com/como-salir-de-la-zona-de-confort-y-ser-exitoso/
https://www.abc.es/bienestar/psicologia-sexo/abci-zona-confort-201909241614_noticia.html
https://emprendedoresnews.com/editorial/emprender-salir-la-zona-confort.html