LA DIFICULTAD PARA PREDECIR LAS PREFERENCIAS DEL CONSUMIDOR
Para abordar este tema, quiero centrarme principalmente en un terreno que, por tradición, suele reflejar las preferencias populares, acordes, además, a su tiempo: la música. Y concretamente, la música que llamamos “comercial”.
Hace poco miraba un video donde se analizaba qué grupos musicales eran los más populares a nivel global desde los últimos 50 años, no poca cosa. Salta a la vista que en los años 60 gobernaban en ese contexto algunos grupos que, al día de hoy, siguen formando una parte esencial de los gustos de algunos melómanos. En ese entonces imperaba el rock y encontrábamos nombres como The Beatles, Rolling Stones, The Doors, Pink Floyd, Queen (más adelante) y otros que se sostuvieron en las cumbres de la popularidad durante décadas.
Cabe destacar un punto en común y característico de estos titanes de la música popular: su diversidad. Si uno piensa en ellos, puede citar varios títulos, diferentes entre sí, que cimentan un repertorio amplio y nutrido. Es esa probablemente una de las claves de su trascendencia.
Esas décadas de romance con los consumidores se redujeron con la llegada de nuevos grupos y estilos musicales. De los 20, 25, 30 años que algunas agrupaciones se mantenían en el gusto del público, y esto se reflejaba en su presencia en radiodifusoras y ventas de discos, el nuevo promedio de popularidad oscilaba entre los 8 y 15 años de vigencia. Aún respetables.
Paso a paso nos encaminamos, con la llegada del nuevo milenio, a una idea de lo efímero, de lo consumible y desechable, al concepto de la inmediatez.
¿QUÉ ESTÁ PASANDO CON LA CREATIVIDAD?
Emprender es crear. Innovar, proponer, diversificarse. Todo emprendimiento va acompañado de un sueño, de uno o varios objetivos que conquisten al espectador, y aún más, a uno mismo.
Retomando el tema musical, el nuevo milenio presentó que las tendencias, como mencioné, son cada vez más efímeras. Los “one hit wonder” son más frecuentes y, sinceramente, poco perdurables. Un fenómeno como el de Psy y su popularísima “Gangnam style”, que batió todo récord posible en YouTube, es muestra de ello.
En esa misma plataforma, el youtuber español ShaunTrack hacía hincapié en ese detalle particular, pero concretamente uno que resulta más significativo y digno de reflexión: la música, en su esencia pura, parece haber desaparecido en cuanto al gusto popular.
Hoy en día, y sin afán de caer en lo meramente despectivo, los géneros más exitosos y consumidos (la banda, el rap y el reguetón, de acuerdo con las estadísticas de consumo) carecen de diversidad musical. Si comparamos con los grupos arriba mencionados (The Beatles, Pink Floyd) de una canción a otra se escuchaban notables cambios en cuanto a estilo, interpretación, instrumentación (insisto, diversidad). En los éxitos actuales oímos 3 bits, un autotune y listo, millones de escuchas “enloquecen” con ello. Adiós a la ejecución musical, adiós al auténtico talento vocal. Con una computadora basta para crear músicos y cantantes (se les puede colocar comillas, pero lo dejo al criterio del lector). Si la fórmula está probada, para qué esforzarnos más.
No quiero caer en el viejo adagio (muy viejo) de “todo tiempo pasado fue mejor”. Mi intención es invitar a la reflexión respecto a la innovación misma, a eso que caracteriza al emprendimiento como tal y a la decisión que implica repetir patrones o verdaderamente PROPONER.
LA GRAN PARADOJA
Estamos atravesando un fenómeno interesante que genera enormes debates (bloqueos y hasta amenazas personales) en las redes sociales. Mucha gente afirma, con toda “convicción” que el presente ha sido tomado intempestivamente por una “generación de cristal”. He de aclarar que para nada concuerdo con ello; no creo que exista tal generación y espero abordar este tema con más detenimiento, posteriormente.
No estoy de acuerdo con la existencia de dicha generación, pero sí pienso que estamos testificando una cultura de la cancelación.
Llegó la hora de ajustar cuentas con figuras públicas que, en el pasado, invitaron a cometer una bajeza o algo que atente a las buenas costumbres. Hordas enteras de espectadores se pronuncian contra aquello que sugiera acoso, abuso infantil, racismo, etc. Actitud loable en muchos casos, exagerada las más de las veces.
Se condena a gente que hace años escribió un twit que pudiese sugerir cierto pensamiento perverso. Se cuestiona a autores literarios por haber abordado en sus obras algún tema que incomode a las buenas conciencias. Se escudriña en las letras de algunas canciones, buscando esa “invitación” a ser un pedófilo, un acosador, etc., pero… esos géneros que tan populares son en la actualidad apelan, sin el menor pudor, a verdaderas letras misóginas y vulgares. Y prueban, curiosamente, una y otra vez las mieles del éxito.
Aquí algunos ejemplos:
“Dime cuál es el lugar que la quieres llevar para hacerle el amor, si con el viejo ya tuvo de todos colores, de todo sabor, a donde la lleves, la llevó el viejón” (El Viejón, Banda la Adictiva).
“Nunca me amó, yo nunca la amé, pero ching… bien rico, chi..amos bien rico” (Chi..mos bien rico, Ozuna)
“Estoy enamorado de 4 babys, siempre me dan lo que quiero, ching… cuando yo les digo, ninguna me pone pero, dos son casadas, hay una soltera, la otra medio psycho y si no la llamo se desespera (Cuatro babys, Maluma).
Aunado a esto, es notable su “esfuerzo” musical. Los mencionados 3 bits (en el caso de la banda uno que otro tamborazo y trompetazo) y listo, todo un hitazo en las listas de popularidad. Basta ver la cantidad de views, likes y comentarios positivos que tienen los videos de estas canciones. Algo no suena coherente respecto a ese afán de “cancelación”.
CANCELAR O NO CANCELAR. INNOVAR O REPETIR
Y entra entonces ese dilema, esa pregunta inquietante e incluso estresante ¿vender como reflejo de lo que “funciona” en lo inmediato, o innovar, ser creativo, entregar contenidos de valor que perduren y se sostengan?
¿Somos emprendedores idealistas o meramente vendedores de producto? Las razones para cualquier decisión son válidas, pero más válido aún es reflexionarlo y ser consciente al respecto.
El consejo, si hay cabida a ello, es optar por lo segundo. Retomo lo dicho anteriormente: emprender es crear, es innovar, pero también es CREER. Cree en tu producto, en tu servicio, en tu aportación. Haz que perdure en tus principios y tu convicción si tu intención es que perdure en el tiempo, en las sociedades, en la historia.
REFERENCIAS
https://www.youtube.com/watch?v=4EJ9L5_DbL4
https://www.youtube.com/watch?v=gkxSw3ba0lM