Vender es una acción, por demás necesaria, que suele verse desde dos perspectivas, por lo menos.
Por un lado, se considera de suma importancia, incluso vital, el adquirir habilidades para comerciar a través de productos o servicios, pero también de sensaciones, emociones o anhelos. ¿Por qué vital? Porque, de entrada, para nadie es un secreto que absolutamente todo lo que consumimos, de forma tangible, tiene un costo económico. Ya sean necesidades básicas como la alimentación, el vestido, el contar con un hogar, o también algunos lujos, antojos o caprichos.
No obstante, la otra vertiente tiene que ver con la idea negativa que se tiene hacia las ventas. “Lo mejor de la vida es gratis, un buen abrazo, la compañía de los seres queridos, el aprecio y el afecto”, cierto, cierto; sin embargo, la vida misma nos ha enseñado, de manera dolorosa en ocasiones, que mucho de esto va precedido de cierto gasto económico, mucho o poco, aunque no nos agrade.
No entremos en polémica al respecto, pero sí enfoquémonos en por qué la vida nos requiere saber vender.
VENDER, COMO TABLA DE SALVACIÓN
Pongamos un ejemplo a la mano: el año pasado, 2020, el mundo entero se enfrentó a una crisis brutal, no solo en el ámbito de la salud, sino (y muchos dirán, no sin razón, que con mayor fuerza) en lo económico.
Esta crisis golpeó en distintos niveles, pero si de algo nos dimos cuenta, es que todo aquello en lo que gastábamos, no se volvió gratuito debido a la sensibilidad de los comerciantes. ¡Claro que no! ¿Y qué hizo la gente para hacer frente a esta situación? En muchos, muchísimos casos, las personas se salieron a VENDER lo que pudieron. En los tianguis, afuera de sus casas, en línea, entre sus parientes y/o amigos. Vender sirvió como salvavidas, para seguir vivos. Así de simple, o de complejo.
Cabe destacar, y con particular hincapié, que no pretendemos que veas las ventas como ese mencionado salvavidas, sino como un acto digno, que no tiene nada por qué provocar vergüenza en quien lo lleva a cabo, y, muy por el contrario, que representa una labor que merece ser vista con respeto y como algo a lo que se puede aspirar, pues ser vendedor conlleva asimismo diversas facultades comunicativas, que se enmarcan en la interacción, la persuasión y la empatía.
Ahora, y también para tomarse en cuenta, ser un vendedor no significa ser un necio. Si persigues a tus posibles clientes con la cantaleta, cansina y molesta, que tu producto es lo mejor de lo mejor y “la neta del planeta”, puedes irte preparando para ser enviado directo al rechazo, sin escalas.
VENDER COMO PROFESIÓN, NO COMO OFICIO
Vender es una profesión. Quizá te preguntes: “¿en serio, una profesión?” Por supuesto que sí. “¿Pero, cómo? (Volverás a preguntarte) Si yo sé que una profesión es ser contador, abogado, escritor, arquitecto, artista, fotógrafo… pero ¿vendedor? No me hagan reír.”
Sí, vender implica una profesión, y como tal, no es algo que se aprende de la noche a la mañana, o por ósmosis. Como buena profesión que se respete, requiere de preparación, de paciencia, de disciplina y seriedad, pero también de goce.
Tú puedes descubrir en tu persona la VOCACIÓN de vender. Estudia a la gente, su entorno, su diversidad. Analiza, con calma e interés, cuál es su accionar en el día a día. Refléjalo hacia ti mismo/a.
Vender no es ponerle precio a todo lo que te rodea, y obligar a la gente a que te lo compre. Vender es el resultado de saber cubrir necesidades y facilitar el acceso a las aspiraciones de las demás, que en muchos sentidos son las tuyas propias. Vender es un acto de acción y reacción; de causa y consecuencia; de estímulo y consumación.
Conviértete en un Vendedor Que Se Respeta, en toda la extensión de la frase y con toda dignidad. Y procura divertirte en el camino; descubrirás que está lleno de cualidades, posibilidades y realidades que probablemente aún no te has decidido a hallar.
REFERENCIAS
www.blog.e-ichi.com.mx/la-importancia-de-saber-vender
https://www.emprendices.co/tan-importante-saber-vender
Prejuicios con la venta/MarcaPersonal/marianruiz.com
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