Se suele cuestionar mucho. A veces se siente culpa. Llega a avergonzar hablar de ello, como si fuese una falta, una bajeza, algo muy grave. Se le compara (o hermana) con la flojera, se le mira menos, en muchos sentidos.
El descanso es uno de los pilares del buen funcionamiento del cuerpo humano, así de sencillo. Los otros puntos los conforman el ejercicio, la alimentación, el aprendizaje, la salud mental. El descanso es una de las necesidades que a su vez resulta inevitable. Todo mundo cae rendido ante la necesidad de descansar; todo ser vivo lo hace, aun cuando su voluntad sea evadirlo, el organismo actúa y nos lleva hacia el sendero revitalizante del sueño y el descanso.
Sin embargo, el descanso no está compuesto exclusivamente del sueño, como es sabido.
Descansar también es ver programas de tv que nos gustan, películas, videos en YouTube, leer, darnos un gusto, cumplirnos un antojo, y, aunque suene un poco extraño, también lo es, incluso, salir a caminar o realizar alguna actividad física que sea placentera o relajante.
¿CUÁNDO DEBO DESCANSAR? ¡CUANDO EL CUERPO LO INDIQUE!
El ritmo de vida de muchas personas que trabajan en pro de la productividad, sea cual sea el nivel de ella del que se tenga noción o vínculo, ve al descanso como pérdida de tiempo, irresponsabilidad u holgazanería.
No necesariamente tiene qué significar eso. Si bien puede haber una línea, a veces delgada, entre realmente desperdiciar el tiempo a relajarse, en ocasiones el esparcimiento y la tranquilidad nos dan claridad respecto a algo que necesitamos resolver, pues nuestra mente actúa en respuesta a la falta de estrés, de presiones, de apuros (justificados o no) y encuentra una solución al camino que debemos tomar cuando sea necesario.
Bill Gates afirmaba, hace poco, que gustaba de trabajar con gente “perezosa”, pues este tipo de personas constantemente puede hallar soluciones sin realizar grandes esfuerzos, sino buscando el camino más sencillo hacia la o las soluciones.
Sin duda suena polémico. Habrá quien tachará de justificación barata a esta postura, para seguir evadiendo responsabilidades y ver la vida simplemente rascándose la panza, aunque haya asuntos que atender y resolver. Pero esta idea definitivamente va más allá.
ESCOGIENDO EL REGALO PARA UNO MISMO
Supongamos que tenemos la oportunidad de enfrentarnos a la decisión de escoger entre dos premios. Pongamos como ejemplo una computadora y una cama. ¿Cuál escogerías?
Puedo asegurar, casi a ciegas y en seguida, que la votación daría como ganadora a la computadora, por mucho y sin duda, quizá hasta en un 100%.
Es un aparato valioso que ofrece una enorme cantidad de posibilidades. Una herramienta maravillosa en la que puedes escribir, leer, interactuar, trabajar, divertirte, comunicarte, crear… cierto, pero, insisto una vez más, en algún momento caerás rendido/a y requerirás descanso sí o sí.
Cabe entonces preguntarse ¿qué es una cama?
Es uno de los muebles más queridos (si no es el que más) entre todos los que existen. Porque ¿qué tanto podemos hacer en una cama?
En una cama descansas, te relajas, reflexionas, lees, ves tv, piensas, trabajas, te repones, te vistes, comes, olvidas problemas, te clavas en ellos, sueñas, imaginas, creas. En una cama, amas.
No hay entonces competencia. Diríamos que puede ser un empate entre ambos artefactos, y de todos modos reitero que prácticamente nadie optaría por la cama por encima de una computadora a la hora de elegir un aparato como premio. Hoy en día la tecnología, y entre más compleja y accesible, mejor, estará por encima de un “simple” mueble, al que rara vez nos detenemos a valorar de acuerdo a la importancia que tiene en nuestras vidas.
1, 2, 3… ¡VACACIONES!
El término, y su concepto, suenan bien bonitos en nuestra mente y al pronunciarlos, al hacerlos realidad. ¿Qué es vacacionar? Es alejarnos del estrés por un momento, con duración variable y actividades diversas.
El gusto que implica levantarnos tarde (una vez más, gozar de la cama) sin la presión de cumplir con horarios o rutinas. La emoción que conlleva viajar, conocer algo nuevo, explorar por placer, salir de lo cotidiano para brindarnos nuevas experiencias, nuevos aires o aventuras.
Disfrutar de una playa, con las olas y el sonido del mar ante nosotros, o un bosque, una montaña, una ciudad distinta a la propia. La vacación es generadora de conocimiento, de relajación y recuperación de fuerzas, bastante más aún cuando nuestro trabajo o actividades cotidianas se acompañan de presiones, de apuros y exigencias que muchas veces derivan en sentimiento de culpa permanente.
Está concluyendo el año. Nos hemos preocupado mucho por una pandemia, por nuestra estabilidad, por nuestra supervivencia.
Hemos perdido empleos, oportunidades, gente a la que amamos. O tal vez hemos generado nuevas alternativas ante la debacle, y nos ha resultado benéfico y satisfactorio.
Sea como sea, es una época en la que se suele vacacionar, a veces descansar y también de reflexionar sobre lo que hemos recorrido.
Date un respiro, tómate un descanso, échate en la cama (o en el sillón, en el suelo, en la arena, en el pasto) y dale oportunidad a tu persona de mirar la realidad. De indagar e imaginar.
Mientras sigamos vivos, ya mañana será otro día, y entonces tu creatividad probablemente hallará nuevos senderos, una vez que se recuperó, que tomó una siesta, que se divirtió.
Otórgale ese equilibrio a tu vida, es el momento. Tu cuerpo pide actividad y descanso; es hora de darle a lo segundo su justo valor.
REFERENCIAS