Hace poco mostraba un fenómeno que, desde hace algunos años, se ha suscitado en las redes sociales, y es que, al tener más acceso a ellas y opinar “libremente” (hago hincapié en el entrecomillado) solemos hacernos de enemigos gratuitos, gente que no conocemos, pero acabamos “odiando” por opinar diferente a nuestras percepciones.
Aludía a la política, gustos, inclinaciones hacia determinados temas, públicos o personales. Asunto de nunca acabar cuando de diversidad en perspectivas se refiere. No es nada nueva la polarización, por supuesto, sin embargo, hoy tiene un rango importante de visibilidad, debido a la forma en que está a nuestro alcance.
Al final del texto anterior, mencionaba que está ocurriendo algo sin duda más lamentable que, al parecer, saca algo de lo peor de la personalidad de algunos individuos, y que, asimismo, también se enmarca en una fuerte polarización, pero con un trasfondo sin duda digno de ser observado.
EL CASO YALITZA APARICIO
¿Qué no se ha escrito sobre esta chica? Yalitza Aparicio representa una historia de éxito, sin la menor duda. De suerte, dirán algunos. De “astros que se alinearon”, de estar en el lugar y momento correcto… lo que queramos pensar al respecto (o, como pensamos algunos, de una serie de logros cimentados por tomar decisiones correctas y trabajar). Y es aquí donde cabe preguntarnos ¿en algún sentido ella ha “ofendido” o faltado al respeto al país? ¿Al medio artístico?
La figura de esta joven oaxaqueña ha sido expuesta a todo tipo de mofas e insultos, algunos desmedidos, sobre todo por su físico. La han comparado con monos, con ratas; la han llamado “india” (con un tono increíblemente despectivo), e incluso, atacado “dudando de su capacidad intelectual” (es en serio). Recuerdo un post publicado en una de las redes de esta chica, donde ella recomendaba un libro (sí, de esos temas suele hablar en sus redes) y una persona comentó, literalmente “Wtf ¿sabe leer?”. La pregunta es ¿hay alguna razón para dudarlo? Insisto ¿en qué momento o en qué sentido ella se “ha ganado” ese desprecio y esos insultos? ¿O acaso el autor de ese comentario (y todos quienes la insultan) tienen un entorno tan patético que tienen que refugiarse en insultar desconocidos “solo porque sí”?
La alegata (muy barata) de algunas personas ha sido “es que ella no es actriz”. Qué linda gente. Ahora resulta que abundan los expertos sobre el tema y que se asumen como jueces para dictaminar quién es actor o actriz y quién no lo es. Pues al parecer se tardaron. No se ve esa misma actitud hacia cientos de personas formadas en telenovelas o melodramas sin gran exigencia actoral, salvo explotación de su físico (y, aun así, también merecen respeto, eso no se discute). Anexaré un enlace hacia una definición de “actriz”, sin el afán de discutir al respecto, sino meramente como una aportación informativa, porque al parecer es necesaria.
El asunto está en que exhibirnos como personas que insultan, que se burlan con la mano en la cintura detrás de una computadora o teléfono, escudados en el “anonimato”, y al parecer, orgullosos de nuestras expresiones racistas, envidiosas, con nula empatía, muestra una parte de la sociedad que en verdad preocupa y avergüenza.
PERCEPCIONES VULGARES RESPECTO A LA APARIENCIA
Lo que debe revisarse, y sin duda comenzar a erradicarse, es la agresión desalmada.
Utilizo la palabra “vulgares” desde dos vertientes: por un lado, lo que corresponde al vulgo, lo popular, lo público. Por otro, el trasfondo grosero e irrespetuoso que este término representa.
Mismo caso, o similar, ocurrió con Alexa Moreno, exitosa gimnasta participante de dos Juegos Olímpicos (2016 y 2020), además de un amplio recorrido por competencias internacionales. A pesar de ello, mucha gente se centró en su físico, llamándola “gorda”, comparándola con cerdos y otros halagos, nuevamente con la mano en la cintura, y hasta cierto punto dejando de lado sus triunfos, que no han sido pocos.
Condición de “india” (originalmente gentilicio de la India, pero tergiversado popularmente desde hace siglos), supuesta “gordura” (extraño, por decir lo menos, cuando hablamos de una atleta de alto rendimiento). Y ninguna de ellas es eso. Pero supongamos que lo fueran… ¿cuál es el problema? ¿En verdad “ofende” tanto a la gente como para sacar a relucir sus peores prejuicios, sus maneras arcaicas y nefastas de pensar?
La polarización al respecto ha sido intensa, en ocasiones dolorosa y lamentable. Muchos medios se han colgado de estos temas con el mediocre objetivo de generar tráfico, a sabiendas de los pleitos que surgirán y la “interacción” que habrá con la “nota informativa”. Mal por ellos, pero no me detendré ahí. En lo que quiero hacer énfasis es en voltearse a ver a uno mismo. En cuestionarse por qué se le hace tan sencillo insultar a alguien por su apariencia o condición social, como si fuese una “gracia” o algo “inofensivo”.
Queda claro que la empatía es nula al respecto hacia la persona en cuestión. Es reflejo, como mencionaba en la parte anterior de este blog, de una forma de pensar aferrada a lo infantil, a lo inmediato, al afán de hacer chiste y crear “memes” de todo lo que se pueda. ¿Por qué? Porque es “fácil”. Porque nadie va a llegar a reclamarme. Porque a mí me divierte y no me importa a quien “ofenda” (actitud que actualmente en redes raya casi en el pecado mortal, según percepción de muchos).
Y, nuevamente, volteémonos a ver.
Lo que es nuestra diversidad cultural se presenta entonces como objeto de burla. Nuestro tono de piel, nuestra complexión, nuestros orígenes, se vuelven protagónicos ante un dedo público que se asume como juez y verdugo. Nuestras energías se gastan en insultar, en pelear, en agredirnos, en exhibirnos.
Yo te invito, apreciable lector, a que te sacudas esa actitud, si es el caso, de juzgar a alguien por su físico, sin importar lo que la persona piense o sienta al respecto. Es válido afirmar que un trabajo no te gusta, que no es de tu agrado, que esperarías más, pero por favor, dilo con bases e informándote, que es como se argumenta.
Recuerda que una de las más sólidas bases del emprendimiento está en la importancia de las relaciones humanas. Mostrémonos entonces como seres empáticos, trabajemos sobre la autodisciplina y el respeto. Los resultados, créeme, son mil veces más satisfactorios que la burla y la ofensa. Eso solo exhibe nuestras carencias.
REFERENCIAS
https://www.tomatazos.com/articulos/437894/Clasismo-y-racismo-en-Mexico-el-caso-de-Yalitza-Aparicio